Los promotores de la empresa Oscillum del Parque Científico de la UMH, únicos españoles galardonados en el Premio Jóvenes Inventores 2025

02/06/2025

Parque Científico de la Universidad Miguel Hernández (PCUMH) de Elche

El desperdicio alimentario es un reto a nivel internacional, según la Comisión Europea (CE). Solo en la Unión Europea se desperdician más de 59 millones de toneladas de alimentos al año, lo que equivale a 132 kilogramos por persona y representa pérdidas de alrededor de los 132.000 millones de euros. Gran parte de este desperdicio se debe a la incertidumbre sobre la frescura de los productos, lo que lleva a consumidores y comerciantes a desechar alimentos que aún podrían ser aptos para el consumo. Para hacer frente a estos problemas, los emprendedores Pilar Granado, Pablo Sosa Domínguez y Luis Chimeno, promotores de la empresa Oscillum del Parque Científico de la Universidad Miguel Hernández (PCUMH) de Elche, han desarrollado biosensores que muestran en tiempo real el estado de los alimentos en términos de frescura, reaccionando ante el crecimiento bacteriano.

Su innovadora tecnología les ha valido un puesto entre los diez innovadores globales del Premio Jóvenes Inventores 2025, conocidos como Tomorrow Shapers. Los promotores de Oscillum, únicos españoles distinguidos, han sido seleccionados por un jurado independiente, que los ha elegido entre más de 450 candidatos. Estos premios, organizados por la Oficina Europea de Patentes, reconocen a innovadores de todo el mundo de 30 años o menos que utilizan la tecnología para afrontar los grandes retos globales planteados por los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas.

Etiquetas inteligentes que cambian de color

Oscillum ha desarrollado biosensores que cambian de color según la actividad bacteriana relacionada con la descomposición del alimento. Estos incorporan indicadores inteligentes en una matriz de polímero biodegradable. A medida que las bacterias se multiplican, liberan compuestos que provocan un cambio de color visible en la etiqueta. Esta información permite a consumidores y proveedores tomar decisiones sobre la seguridad alimentaria y reducir el desperdicio de alimentos. Estas etiquetas pueden aplicarse en carnes y pescados, y en frutas y verduras para indicar su grado de madurez y no descartar productos que todavía son frescos, pese a su aspecto. El potencial que presenta esta tecnología ha llevado a la compañía a estudiar su uso en otros ámbitos, como el cosmético o el farmacéutico.

La innovación de estos tres emprendedores aborda las limitaciones de los indicadores de frescura actuales, como las etiquetas de tiempo-temperatura, que solo relacionan el deterioro del alimento con fallos en la cadena de frío. Al analizar directamente el crecimiento bacteriano y los compuestos orgánicos volátiles, los biosensores ofrecen una mayor precisión en tiempo real, adaptándose tanto a productos envasados como no envasados.

Al minimizar el desperdicio innecesario de alimentos en buen estado, esta invención contribuye a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y a promover un sistema alimentario más eficiente.

De proyecto universitario a solución para la industria alimentaria

Granado, Sosa y Chimeno compartieron piso mientras estudiaban en la UMH, y fundaron la empresa Oscillum unidos por su pasión por las ciencias aplicadas. La idea surgió a partir de un dilema doméstico: decidir si comer o tirar un alimento guiándose sólo por su aspecto. “Un domingo, Pablo encontró un trozo de carne en la nevera que tenía mal aspecto y olía raro, pero aun así decidió cocinarlo y comérselo… Al final, no le pasó nada. Eso nos hizo pensar en cuántas veces, nosotros incluidos, tiramos comida solo por su aspecto. Fue entonces cuando empezamos a imaginar formas simples e intuitivas de saber si un producto sigue siendo apto para el consumo”, explican Luis Chimeno y Pilar Granado.

Para convertir esta idea en un negocio viable, el equipo participó en programas de apoyo al emprendimiento, como la Maratón UMH, y estableció colaboraciones con empresas para perfeccionar su tecnología. Recibieron financiación del Centro para el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (CDTI) y participaron en varios concursos, como los Premios Emprende XXI de CaixaBank. “Lanzar un producto nuevo significaba que ni la industria ni los consumidores sabían qué era ni cómo funcionaba. Tuvimos que dedicar mucho esfuerzo a contar nuestra historia y demostrar la utilidad y ventajas de nuestra tecnología”, añade Pablo Sosa.

Oscillum se lanzó oficialmente en 2019, consiguiendo financiación y colaboraciones para aumentar su producción. Hoy en día, la empresa sigue ampliando su gama de productos, incluyendo envases activos que alargan la vida útil de los alimentos al interactuar con su entorno.

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